GUILLERMO NÚÑEZ
Según Lorenzo Rudolf, el fundador de las Ferias de Arte de Basel, Shangai y Miami, “es el mercado
el que hace a los artistas”.
Yo, con perdón de don Lorenzo, creo que el mercado destruye a los artistas, los transforma
en seres ávidos de poder, anhelantes de figuración, individuos ambiciosos, egoístas, corriendo
tras el dinero.
Hoy es declarado arte, todo lo que se vende bien.
Nuestro deber es romper esa pauta miserable, ese abandono de los valores espirituales del arte,
su hondo sentido humano, el milagro que somos. Nuestra tarea es reemplazar ese ominoso
criterio por un ceremonial, un gesto de amor y fraternidad.
Mi pintura, mi vocabulario, puede ser una isla. Su verdad no tiene necesariamente que ser la de
otros o la de todos, como el dolor: resonancias, chillidos, susurros que brotan desde otras sombras.
Que mi gozo egoísta sea compartido desde otras lágrimas, otras risas, otras miradas, otras
ilusiones. Buscar otra eternidad.
Estas pinturas, luego de abandonar el taller, están aquí, ahora, anhelando un nuevo espacio para
habitar; un terruño, un ámbito cariñoso que las acoja con respeto y amistad, que les ayude a
seguir respirando amor.
Es el espectador quien termina la obra, es esa presencia que se instala frente a ella, quien completa
la travesía. Sin su mirada no existe. Es su corazón, su cerebro quien agota el viaje y le otorga
su exacto valor. La legitima. Allí vuelve a nacer, palpita, florece. El tiempo suspendido, eterno.
En esta exposición, los visitantes están invitados a ser cómplices del artista y ayudarle a cerrar el
círculo.
Si usted se interesa por cualquiera de las 14 pinturas aquí expuestas, podrá llevarla a su hogar,
sin necesidad de comprarla; podrá, allí, disfrutarla con su familia, sus amigos, sus vecinos,
durante un mes completo. No necesitará pagar por este préstamo.
Queremos que la viva día a día y nos cuente, después, sus impresiones, sus sentimientos, que
nos hable de la experiencia de convivir con ella durante esos 30 días que será suya.
¿Qué piensan sus amigos, sus familiares, sus vecinos, sus visitas?: ¿les molesta, les agrada, la
entienden, les intriga?, ¿la rechazan?, ¿representa sus intereses, sus sueños, sus anhelos?.
Nos importa, sobremanera, conocer esas opiniones, esos sentimientos, esas emociones, esas
críticas.
Para acceder a este préstamo, como habitante de la comuna, basta que se inscriba indicando cuál
obra le gustaría ver colgada en los muros de su dormitorio, de su sala de estar o del comedor.
Si hubiese más de un interesado o interesada en la obra que usted ha elegido, se realizará un
sorteo para establecer las prioridades.
Todos podrán acceder a este préstamo, a disponer de la obra durante un mes, siguiendo el
orden que se instaure, por sorteo. Nadie quedará fuera, todos podrán compartir esa pintura
durante 30 días.
Sea mi cómplice.